Vacunar y reformar. Las urgencias y prioridades de 2021

Estamos entrando en el año 2021 con una pandemia acelerada en casi todos los países, al mismo tiempo que hemos logrado empezar a vacunar poblaciones.

Es una carrera contra el reloj. Mientras que las nuevas cepas de COVID-19 aumentan exponencialmente el contagio y la congestión en los sistemas de salud, la vacunación masiva contra la pandemia no acelera la protección contra el virus a la misma velocidad. Todo indica que en el primer semestre todavía tendremos un fuerte aumento de contagios, mientras que la vacuna inicia su efecto protector. La contención puede tener lugar en el segundo semestre, si las naciones producen y vacunan a sus poblaciones a una tasa exponencial, manteniendo el criterio de darles prioridad a los segmentos de la población de mayor riesgo.

Es una situación de emergencia para todos que requiere prioridad, urgencia y competencia.

Lo que suena tan lógico y comprensible en el ámbito socio-médico, donde prima la importancia de la vida, todavía no se comprende de la misma forma en el ámbito político y económico.

Estaremos manteniendo el distanciamiento social, las oficinas en casa y el encierro por más tiempo de lo anticipado. 

En los países desarrollados con poblaciones de menos de 100 millones de habitantes, la vacunación puede ocurrir en el primer semestre del año, y se puede prever que la lucha será efectiva y ganadora a finales de este año. En países en desarrollo o con dimensión continental – con poblaciones superiores a los 100 millones de habitantes –, a menos de que se tenga acceso a la vacuna y sistemas de vacunación eficaz, esta previsión no se producirá en 2021 y pasará a 2022.

 

Viendo el planeta como uno solo, es inútil que un país esté bien y su vecino no porque no tendremos la movilidad que queremos y necesitamos. Entonces, en las Américas es posible que tengamos países de buen desempeño que necesiten permanecer cerrados frente a aquellos que no hayan alcanzado sus niveles. Tendremos la velocidad del tren, que se mide por la velocidad del más lento de sus vagones. Después de ayudarnos, es necesario ayudar al más lento, para poder llegar al destino que queremos. Esto requiere un sentido de prioridad y urgencia no sólo local, sino global.

Si en el área socio-médica, ahora tenemos este conocimiento y esta motivación, no ocurre lo mismo en economía y política.

Sabemos que la economía pospandémica será otra: más digitalizada, menos globalizada, con más ricos y también con más pobres. Sabemos que el endeudamiento de los estados en relación a su PIB será mucho mayor. Entonces, con este conocimiento sabemos que la gestión de los estados y las empresas no puede ser la misma que en la fase anterior a la pandemia. La lucha contra la pandemia que durará entre 1 y 3 años, nos ha llevado a tener más presencia del Estado en nuestras economías, aumentando la inflación y las demandas sociales. La capacidad de los estados para mantener los subsidios y los incentivos al consumo (flexibilización monetaria, tasas de interés bajas, subsidios) es limitada y será necesario restablecer el equilibrio de los presupuestos públicos.

La primera reacción, menos inteligente, inmediata y populista que observamos, es aumentar la carga tributaria para aumentar la recaudación. Se ignora el efecto de la curva Arthur Laffer, ya que el aumento de impuestos puede provocar exactamente lo contrario, el de reducir la actividad económica y reducir los ingresos. Para volverse más popular, se aumenta la carga sobre FAGA (Facebook, Amazon, Google y Apple) 1/, o sobre la “economía del pecado” como cigarrillos, bebidas, comida chatarra, o incluso sobre la tributación de grandes fortunas (Argentina). Por si fuera poco, entran propuestas para gravar las transacciones financieras, que son acumulativas y gravan el proceso económico en su conjunto.

La gran oportunidad económica y política del gobierno en este momento de crisis global es la de hacer sus deberes frente a las reformas.

Hay una ventana de oportunidad en 2021 para llevar a cabo estas reformas, en los ámbitos político, social y económico. En el ámbito político, la reforma de las democracias, a través de sistemas de partidos, más cercana a los votantes, más rápida en cambios y transparencia. Menos dogmático, menos radical, más solidario. En el ámbito económico, estructurar el estado para que sea más ágil, menos burocrático, más cercano al ciudadano, incentivando al sector privado a generar empleo e ingresos. Invertir en educación e innovación. En el área tributaria, reducir el peso del Estado sobre la espalda del contribuyente, y fortalecer a las poblaciones de bajos ingresos al consumo consciente y la inversión, y estructurar el sistema tributario para una economía digital y de servicios, aliviando la industria y el campo. No faltan propuestas, lo que falta es voluntad política para atender las urgencias y dar prioridad a los cambios 2/.

En América Latina, la recuperación prevista por el Banco Mundial es del 3,7% en 2020 3/. Tendremos elecciones presidenciales este año en Perú, Ecuador y Chile y elecciones legislativas en México y Argentina. La oportunidad de lanzar reformas como parte de un programa de gobierno en estos países puede ser la oportunidad, y en otros países sin elecciones este año, el sentimiento de urgencia y prioridad puede ser la oportunidad para que muchos tengan esperanza y expectativa de mejores días.

¡Creo que nos lo merecemos! 

 

1/ https://epocanegocios.globo.com/Economia/noticia/2020/01/epoca-negocios-tributar-economia-digital-e-nova-prioridade.html 

 

2/ https://www.cepal.org/sites/default/files/news/files/fiscalpan2019.pdf 

 

3/ https://economia.uol.com.br/noticias/afp/2021/01/05/banco-mundial-preve-crescimento-de-37-do-pib-da-america-latina-em-2021.htm#:~:text=Economia-,Banco%20Mundial%20prev%C3%AA%20crescimento%20de%203%2C7%25%20do%20PIB,da%20Am%C3%A9rica%20Latina%20em%202021

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