Para que nadie piense que las políticas comerciales de la administración Biden volverán a una postura tradicional anterior a Trump, solo es necesario considerar la orden ejecutiva del 25 de enero que requiere que el gobierno federal implemente políticas de adquisiciones «Hecho-en-Estados Unidos», que incluyen $600 mil millones en contratación.
Si bien la retórica que rodea a la política comercial de Estados Unidos estará desprovista de pronunciamientos hiperbólicos y estúpidos («Las guerras comerciales son fáciles de ganar» y «soy un hombre de aranceles»), no obstante, será firme y razonablemente nacionalista. Sin duda, ni los demócratas ni los republicanos tienen mucho interés por acuerdos comerciales adicionales, ni tampoco el público. Sin embargo, existe consenso tanto en este país como entre nuestros socios comerciales de que la prioridad debe ser que nuestros acuerdos comerciales existentes funcionen mejor tanto para los importadores como para los exportadores. Y la forma de hacerlo es mediante la facilitación del comercio.
¿Qué entendemos por facilitación del comercio? Los términos se refieren a la simplificación de los procedimientos aduaneros para reducir el tiempo y el costo del comercio, en esencia, reducir la burocracia en la frontera. Esto es especialmente relevante para las pequeñas empresas exportadoras de EE.UU., ya que estas empresas crecen más rápido, crean empleos más rápido y pagan salarios más altos¹. Sobra decir que nuestros socios comerciales y sus negocios, tanto pequeños como grandes, también se benefician.
Las medidas de facilitación son de vital importancia porque ayudan a garantizar que los envíos legítimos y de bajo riesgo puedan pasar por la aduana y todas las demás agencias fronterizas de manera eficiente y compatible, evitando demoras innecesarias y costosas que pueden ser devastadoras para los transportistas internacionales y crear una enorme barrera para los nuevos participantes para ingresar a los mercados internacionales. Esto es especialmente cierto con respecto al envío urgente, transporte que es vital para los transportistas globales que necesitan un transporte rápido y eficiente y cierto nivel de certeza sobre los tiempos de entrega. La posibilidad de retrasos en el despacho de aduanas pone en riesgo la naturaleza rápida del servicio. Dos desarrollos recientes han servido para resaltar la importancia continua y creciente de los servicios internacionales express. En primer lugar, el espectacular crecimiento del comercio electrónico depende de los servicios que pueden hacer llegar los envíos a los consumidores rápidamente. En segundo lugar, la pandemia de COVID-19 ha demostrado la naturaleza esencial de los servicios express para el transporte de medicamentos, equipos médicos, repuestos y artículos críticos para la batalla contra el COVID.
En cuanto a los mayores desafíos para los exportadores estadounidenses, estos incluyen demoras inesperadas en el despacho (un problema grave en varios puertos marítimos); gastos imprevistos, como la reevaluación del valor declarado, multas, sanciones y tarifas de almacén; y, con respecto a las naciones en desarrollo, gastos o retrasos relacionados con la corrupción. Por ejemplo, Ruanda y Georgia enfrentaron una corrupción generalizada en las aduanas durante años. Sin embargo, con un nuevo liderazgo en la década del 2000 en ambos países, se lanzó y tuvo éxito un enfoque integral para abordar la corrupción en las aduanas². El caso de corrupción de La Línea en Guatemala en 2015 es otro ejemplo de corrupción aduanera³.
Los países han emprendido varios tipos de reformas aduaneras, incluido el uso de sistemas de ventanilla única en línea para agilizar el papeleo aduanero y mejorar la transparencia; la adopción de programas de “comerciantes de confianza” y herramientas de evaluación de riesgos para acelerar el despacho de aduanas en los puntos de control fronterizos, y los esfuerzos para armonizar el procesamiento aduanero entre los socios comerciales regionales. Los principios rectores para mejorar la eficiencia aduanera también se acordaron en el marco del Convenio de Kyoto de la Organización Mundial de Aduanas y el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio (AFC) de la Organización Mundial del Comercio. Desafortunadamente, la facilitación del comercio ha sido el único tema en el que los miembros de la OMC han podido lograr un acuerdo global (el Acuerdo TF de Bali de 2013).
¿Qué puede y debe hacer el gobierno de los Estados Unidos para mejorar la facilitación del comercio y por qué? Estados Unidos ha implementado una variedad de medidas de facilitación del comercio. La Aduana de EE.UU. utilizó un sistema de análisis de riesgo automatizado que identifica los envíos que requieren escrutinio, pero que permite que todos los demás envíos pasen por la aduana rápidamente. Después del 11 de septiembre, EE.UU. Implementó su programa de Asociación Aduana-Comercial contra el Terrorismo (C-TPAT). Este esfuerzo certificó a las empresas que demostraron que contaban con las medidas de seguridad adecuadas y les ofrecieron ciertos beneficios, como la posibilidad de un despacho expedito o niveles de inspección reducidos.
En un mundo globalizado, a pesar de la pandemia y la desaceleración económica, el comercio continúa sin cesar. La retórica y las acciones proteccionistas de los últimos tiempos pueden interrumpir y ralentizar el comercio transfronterizo, pero no lo vencerán. Es posible que las medidas de facilitación del comercio no obtengan la celebración, la atención de los medios y la publicidad de la firma de acuerdos comerciales, pero para los exportadores e importadores —aquellos que realmente hacen que el comercio suceda— aquí es donde la teoría se pone en práctica.
Jerry Haar es profesor de negocios internacionales en Florida International University y miembro global del Woodrow Wilson International Center for Scholars en Washington, D.C. Francisco X. Santeiro es consultor de comercio internacional y ex director de Asuntos Gubernamentales en FedEx Latin America. Ambos son miembros de la junta del World Trade Center Miami.
