Acción transformadora pura

Veinticinco personas nos ayudaron a descubrir cómo se produjeron los cambios virtuosos más profundos en América Latina en el último cuarto de siglo. Nos mostraron cómo la región no está irremediablemente condenada a crecer dos puntos menos en promedio que el mundo emergente. Condenada a ser menos productiva. Condenada a ser más desigual. Condenada a ser el lugar del planeta donde menos se respeta la vida humana. Condenada a tener reglas e instituciones más inestables y endebles, a superar nuestra situación sin dejar grupos sociales rezagados, sin perder en el proceso años, recursos valiosos, o peor, vidas humanas.

Muchos de esos cambios trascendentales fueron inducidos, facilitados o liderados por personas. No por partidos políticos ni multitudes. Individuos. Personas como Maurício Tolmasquim, José Márcio Camargo, Elsa Carbonell y Gastón Acurio, que fueron capaces de convencer a gobiernos lentos y burocráticos, o de convertir ideas y planes abstractos en acciones y en resultados.

Otros como Rodrigo Galindo y Antônio Seabra entendieron la importancia enorme de la inclusión de grupos rezagados y el uso sostenible de los recursos naturales. Dejaron de repetir eslogans gastados y le pusieron presupuestos, metas y resultados a esa tarea para convertirla en una fuente de riqueza para todos.

Pedro Heilbron, Enrique Cueto y Marcos Galperín hicieron realidad la integración económica. No se sentaron a esperar que los países se enviaran notas diplomáticas, aprobaran tratados o construyeran puentes y vías para mover mercancías, gente e ideas en las Américas.

Alberto Alemán y el China Development Bank, por su parte, nos integraron construyendo la infraestructura, y Sergio Moro, con investigaciones que ahora tocan gobiernos y empresas de 14 países, quizás abrió el camino para que las nuevas carreteras no se pavimenten de sobornos.

Las empresas privadas mostraron ser la herramienta más potente para transformar la región. Mientras el PIB real de América Latina y el Caribe creció en promedio 2,7% por año desde 1994, las ventas reales combinadas de Bimbo, Falabella, Embraer, Orbia y AB InBev crecieron 12,5% por año.

Es fácil imaginar qué pasaría con el empleo formal, la capacidad gerencial y el avance del conocimiento si hubiera más como ellas. Dentro de estas, Óscar Salazar y Brian Acton resolvieron con tecnología problemas sociales de movilidad y comunicación. Después de ellos vinieron y vendrán muchos que modernizarán el comercio, los pagos, la salud y los agronegocios.

Simultáneamente, McKinsey les trajo ideas de primer mundo a los empresarios locales para rediseñar sus negocios cuando desapareció el proteccionismo en los noventa y cuando llegó la revolución digital de los dos mil.

Jaime Lerner demostró que las ciudades y no los estados nacionales son los innovadores sociales por excelencia. A la vez, Ángel Gurría les recomendó a los gobiernos prácticaspara que pudieran avanzar al ritmo de empresas y ciudades.

Finalmente, Ruth Shady le añadió casi 2.000 años al calendario de la civilización americana con su descubrimiento de Caral, y el Premio Nóbel Mario Molina, precursor de una de las primeras revoluciones ambientales concertadas de la historia, mantendrá a la especie humana en la faz del planeta otros miles de años. Los ejemplos están ahí para entenderlos y repetirlos.

Con gente así, el futuro puede ser distinto.

    Este artículo se publicó en la edició BRAVO de Latin Trade, el 20 de octubre de 2019

 

Related

TIK-TOK EN LA LUPA

La seguridad y la privacidad de los usuarios en...

América Latina puede mitigar la frustración global con la agenda climática: Columna de Jorge Arbache.

Hemos observado un creciente malestar con la agenda climática...