El estado de la reforma tributaria brasileña ¿Se aprobará una modificación que enredaría más uno de los sistemas más complejos del planeta?

“De repente el gobierno presentó un proyecto de ley, casi como una bomba, que causó un impacto tremendo en varios sectores afectados. Hubo una insatisfacción generalizada”, describió el profesor de Derecho de la Fundação Getulio Vargas y socio de la firma Vettori, Rubinstein & Foz Advogados, Flavio Rubinstein.

La polémica reforma tributaria brasileña propuso bajar sustancialmente la tarifa del impuesto de renta para las empresas y aumentar los valores de los rangos (brackets) de ingresos para las personas. Para compensar la caída de ingresos que generarían esas dos medidas, propuso establecer un impuesto a los dividendos.

Desde hace dos años se comentaba que el gobierno tenía la intención de presentar una reforma tributaria. De hecho, subir los valores de los rangos de ingresos para el impuesto de renta había sido una promesa de campaña del presidente Bolsonaro. Sin embargo, en este tiempo no hubo conversaciones entre el gobierno y los grupos interesados en el tema, afirmó el experto.

Después de la mala recepción que tuvo el proyecto en junio, “la reacción del gobierno fue muy curiosa”, dijo Rubinstein. Más o menos afirmó que la reforma había sido hecha por la oficina de impuestos – la Receita Federal do Brasil –, sin participación del Ministerio de Finanzas o del resto del gabinete.

De un modo “más sorprendente aún”, dijo, el 13 de julio el relator del proyecto, el diputado Celso Sabino, presentó un proyecto sustitutivo. “Es muy atípico. Fue ideado prácticamente en una semana y media y su texto es muy diferente al inicial”.

Por ahora, el receso parlamentario en Brasilia suspenderá la discusión de la reforma hasta el 1º de agosto, pero el gobierno y el Congreso han hecho declaraciones que concuerdan en que el texto no es definitivo y que están abiertos a nuevas discusiones y modificaciones, advirtió el experto.

Las nuevas condiciones

De un lado, la reforma actualizaría los rangos de ingresos para cobrar el impuesto de renta personales, que no han sido ajustadas desde hace cinco años. Lo más relevante tal vez es que el ingreso para que una persona esté exenta de pagar impuesto de renta pasaría de US$372 a US$489,  un aumento de 31%.

De otro lado, en la actualidad la tarifa de impuestos a las empresa es de 34% (25% básico y 9% de la Contribuição Social Sobre o Lucro Líquido, CSLL). “Hoy la tarifa media mundial está alrededor de 21-22%. Con 34% parecemos estar fuera de la curva”. La reforma propone disminuir esa tarifa a 21,5%

Como contrapartida se establecería un tributo de 20% sobre los dividendos, que hoy están exentos.

Impacto negativo

Flávio Rubinstein se preocupa por cuatro efectos negativos que tiene revivir el impuesto a los dividendos que existió en Brasil hasta mediados de los 90.

En primer término complica la administración de los impuestos en el lado de las empresas y de la Receita Federal. Cuando se quitó el tributo se evitó la ‘distribución disfrazada de las utilidades’, que ocurre cuando las empresas contabilizan gastos personales de los accionistas en almuerzos, teléfonos, y otros, como si fueran gastos corporativos. “La administración es intensa porque hay que revisar caso a caso esos gastos. La reforma de los noventa eliminó ese problema y el gobierno aumentó el recaudo”.

El académico recordó además que casi 97% de las empresa brasileñas está en un régimen tributario simple o en el de renta presunta. Son sistemas de tributación simplificados que ven los ingresos de las empresas y no sus gastos. “Si ahora se tiene que preocupar por lo que las empresas están gastando en sus socios, la Receita Federal va a tener que investigar ese universo gigantesco de empresas”.

Como si fuera poco, un régimen más complejo aumenta la litigiosidad, del sistema, que también es un efecto indeseable.

En segundo término, para las empresa que tienen una renta presuntiva el costo de tributar sobre dividendos es mayor que la reducción a 21,5% en la tarifa del impuesto de renta. Con eso, empresas en sectores como el de servicios tendría un aumento de su carga tributaria.

En tercer lugar, piensa que Brasil perderá competitividad internacional porque el 20% a los dividendos se aumenta al 30% cuando el dinero se lleva a paraísos fiscales. La lista que usa la Receita Federal incluye países como Holanda, Irlanda y Suiza que son base de una buena cantidad de multinacionales bien reconocidas. “Crearemos nuevos elementos de fricción y que reducen el atractivo para los inversionistas brasileñas y para la actuación de empresas extranjeras en Brasil”.

Finalmente, la propuesta elimina el beneficio de los Intereses sobre Capital Propio (Juros sobre Capital Próprio, JCP) que usaban los grandes pagadores de dividendos. De esa forma los accionistas de empresas, en particular en sectores como el financiero, energía y commodities tendrán una especie de penalidad de 20% sobre el retorno a su inversión. Las empresas perderán atractivo, señaló.

Herramientas adecuadas

Pero, ¿Cuál es el objetivo de la reforma? El gobierno ha dicho que pretende financiar el aumento del gasto social del programa de transferencias condicionadas Bolsa Família.

A Rubinstein le parece una afirmación incongruente, porque a la vez el Gobierno ha dicho que la reforma no generará nuevos recaudos. “Está diciendo diariamente en los periódicos que la reforma debe ser neutra y que no aumentará la carga tributaria”.

En el mismo sentido, le preocupa es que los ponentes de la norma estén proponiendo las herramientas equivocadas.

Si quisieran mejorar el sistema de tributación de renta, dijo, hay algunos ajustes que se pueden hacer. En el pago de remesas y royalties al exterior, por ejemplo, “tenemos reglas arcaicas, de los años 50, de cuando Brasil era un país cerrado, que tenía control de cambios. Cuando se tenía una idea de país insular”.

Si la idea fuera la de aumentar la tributación de las personas físicas, también se podría recurrir a otras medidas. “La deducción de salud ilimitada puede ser limitada, o cambiar la tarifa de impuestos de renta”, mencionó como ejemplos. “Si es hacer más progresivo el sistema, no creo que la propuesta cumpla ese objetivo”, añadió.

Incluso si quisiera recaudar más para financiar Bolsa Família por razones políticas, tiene muchos otros medios para hacerlo cambiando la tributación federal, sin provocar el mismo impacto negativo de la tributación de dividendos, afirmó.

En todo caso, le parece que la tributación de dividendos es innecesaria. “De la forma en que fue puesta no veo cual es el beneficio que trae. Si no va a aumentar el recaudo, ¿cuál es el beneficio?”. El argumento del Gobierno de que con ese impuesto se hace tributar a las personas más ricas, le parece frágil.

Todavía viene una discusión fuerte y tal vez cambios radicales. Lo cierto es que la reforma tributaria de 2020 no tiene la vida comprada. Los estados y los municipios brasileños ya se manifestaron en contra de la baja de la tarifa de impuestos corporativos, porque son los receptores de la mitad de esos ingresos. “Estoy viendo tantas resistencias en el mercado y políticas que tengo dudas que esa reforma pase. Creo que es posible, tenemos que aguardar pero no creo que sea una cosa segura”, concluyó Flavio Rubinstein.

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