Mientras un cubano promedio solo gasta de sus recursos propios el 4,4% de su gasto total en salud, un venezolano paga casi dos terceras partes de sus servicios de salud de su propio bolsillo. América Latina muestra una enorme dispersión en este indicador, el cual denota la salubridad de sus sistemas públicos y privados de salud, así como sus fuentes de financiamiento.