Las megatendencias globales desafían a América Latina: columna de Andrés Rugeles y Guillermo Fernández De Soto.

América Latina enfrentará en los próximos años una serie de retos asociados a las megatendencias que están moviendo al mundo hacia nuevos límites aún por descifrar. Estamos en la transición de un periodo de relativa estabilidad a uno de mayor fragmentación, conflictividad y desorden, que se ha denominado de “Paz Fría”. Se contemplan nuevos actores, ideas e intereses globales que redefinirán el sistema internacional de la postguerra y su gobernanza.

El multilateralismo será puesto a prueba, así como la capacidad de Naciones Unidas de responder ante divisiones internas y conflictos. Las rivalidades geopolíticas se agudizarán y serán cada vez más intensas entre aquellos que defienden la democracia liberal y la economía de mercado vs. la democracia iliberal y el capitalismo de Estado. Está en juego la legitimidad de los gobiernos y la vigencia de los regímenes políticos.  Su máxima expresión es la competencia y desconfianza entre Estados Unidos y China, que está acompañada de actores revisionistas como Rusia, Irán y Corea del Norte.

Pekín ha dejado en claro que es una potencia mundial, exige su propio lugar y respeto en el concierto internacional y usará su poder contra todos aquellos que intenten contenerla en su proyecto. Ha empezado asumir un papel activo, dejando atrás su tradición de no interferir en los asuntos internos de otros países ni imponer su voluntad. En otras palabras, el “Dragón” ha despertado e intenta desplazar a Washington en Asia, en términos políticos, económicos y militares, y posteriormente contrapuntear a nivel global. Un claro ejemplo de este liderazgo es la exitosa mediación ejercida días atrás para el restablecimiento de relaciones entre Irán y Arabia Saudita, que le ha permitido al presidente Xi Jinping ampliar su presencia en Medio Oriente, o su postulación como “negociador responsable” en la guerra de Ucrania. Estos hechos marcan una nueva etapa en el estatus diplomático de China en todo el mundo, de acuerdo con Wang Zaibang, investigador sénior de Taihe Institute.

La carrera -aún en curso- será también por el liderazgo de industrias clave para el futuro, como tecnologías de información, robótica, energías renovables, carros eléctricos, biotecnología, medicina, equipos aeroespaciales, maquinaria agrícola, entre otros. En el campo militar, el desarrollo tecnológico conducirá a tener armamentos cada vez más sofisticados y letales, con capacidad nuclear y uso de inteligencia artificial.

Para ampliar su radio de acción e influencia, la República Popular ha puesto en marcha una serie de acuerdos de cooperación, alianzas y proyectos. Como muestra de ello se resaltan: la Iniciativa de Seguridad Global (ISG), anunciada en el Foro de Boao 2022, para promover una seguridad común, integral y sostenible; el Cinturón Económico de la Ruta de la Seda; su intención en ser parte del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) y del Acuerdo de Asociación de Economía Digital (DEPA); la creación del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), que agrupa a los BRICS, y  del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (AIIB); la propuesta de un sistema de pago alternativo al SWIFT, denominado CIPS; el RMB como moneda de pago mundial; y la emisión de monedas digitales.

No resulta extraño observar en el futuro mayores disrupciones de las cadenas mundiales de suministros y consumo, así como la implementación de conceptos como desglobalización, desacoplamiento, “nearshoring”, “friendshoring” o ”enegyshoring”. Comercio, servicios y tecnología concentrarán toda la atención.

Está por verse cómo Estados Unidos responderá ante estos nuevos desafíos; la combinación y el uso del poder “duro” y “blando”;  la fortaleza de la alianza trasatlántica; la construcción de consensos y de soluciones multilaterales; y los nuevos alineamientos estratégicos que se afiancen con las potencias regionales emergentes. Está claro, no obstante,  que Washington seguirá jugando un rol determinante en la geopolítica y economía mundiales.

En este contexto, las megatendencias deben entenderse como fuerzas geoestratégicas y macroeconómicas que están dando forma al planeta. Están respaldadas por datos verificables e incluyen algunos de los mayores desafíos y oportunidades de la sociedad, de acuerdo con PwC.  Por su parte, el Sistema Europeo de Análisis de Políticas y Estrategias (ESPAS), las define como desarrollos que ya están en marcha y que son casi imposibles de cambiar durante la próxima década. Son certezas irreversibles que tenemos.

En un ejercicio de geometría variable, éstas aristas tienen velocidades y efectos diversos en regiones y países y su intensidad está también en función de factores internos como solidez y calidad de las instituciones democráticas, economía, sociedad y clima de negocios. 

En un horizonte de tiempo de mediano y largo plazo, pueden identificarse las siguientes que son cardinales para las economías emergentes y cambiarán la realidad en la que vivimos:

  1. Cambio Climático y Energía: Es considerado como el reto sistémico que definirá la existencia de la humanidad, ante la tensiones actuales de mayor consumo de energía, aumento de temperatura y crecientes desastres naturales. América Latina se debe erigir aquí como una región solución.

El cambio climático ha afectado hasta el momento al 85% de la población mundial y al 80% de los territorios. Se requieren respuestas de política pública y una gran cooperación -a nivel de gobiernos, sector privado, sociedad civil, instituciones internacionales- en torno a la adaptación y mitigación del cambio climático, la degradación de la biodiversidad, el colapso de ecosistemas y el aumento significativo en las emisiones de carbono. El logro de estos objetivos debe estar directamente relacionado con la reducción de pobreza.

La competencia por recursos generará, a su vez, rigideces y abrirá importantes espacios para el desarrollo de nuevas fuentes de energía y desarrollo de renovables, reduciendo la dependencia en combustibles fósiles.

Se necesita pasar de las Conferencias de Estados Parte (COP) a la acción efectiva y acelerar la transición a las energías verdes, evitar la fragmentación y los déficits en recursos naturales como el agua, cuya escasez está afectando a más de 3.000 millones de personas. Esta megatendencia tiene efectos adversos en las ciudades, así como en la producción agrícola y seguridad alimentaria, empleos y migraciones.

  • Nuevos desarrollos tecnológicos: La inteligencia artificial, la robótica, los macrodatos y las nuevas tecnologías marcarán la IV Revolución Industrial y transformarán las sociedades con implicaciones positivas y negativas.

Hacia el 2060 la IA estará presente en todas las esferas y asumirá tareas que antes estaban consideradas únicamente dentro del resorte de los seres humanos. La hiperconectividad se constituirá en un elemento de pluralidad, pero también de vulnerabilidad, disputa y competencia global. El ciberespacio es muestra de ello, con las batallas virtuales entre Estados y actores no estatales. Quien controle y lleve el liderazgo en estos campos tendrá una importante ventaja en la geopolítica mundial.

El desplazamiento de empleos por la automatización y su efecto sobre salarios serán un patrón. La forma y estructura del trabajo se modificará y afectará a un amplio abanico de sectores tales como educación, salud e incluso las industrias creativas. Las proyecciones indican que el 50% de los empleos se verán afectados en las próximas dos décadas.

Se observa una sociedad civil cada vez más interconectada y vocal, como valiosa herramienta para fortalecer la gobernanza local y global. La información tendrá intrínsecamente riesgos a la privacidad y viajará de forma acelerada, requiriendo respuestas más rápidas y sólidas, en tiempos cada vez más acotados para la reflexión y el análisis.

  • Población: El mundo estará inmerso entre las tendencias demográficas de decrecimiento y envejecimiento.En el 2064 se alcanzará el pico de 9.630 millones de personas y luego en el 2100 decaerá a 8.700 millones. Para esta última fecha, países como Japón, Tailandia y España verán reducida su población en un 50% (comparada con números del 2017).

India, Nigeria, China, Estados Unidos y Pakistán serán las naciones más pobladas. Africa será la región con la mayoría de jóvenes, mientras que Europa, Asia y América Latina enfrentarán importantes retos ante el envejecimiento.  La expectativa de vida será cada vez mayor gracias a los avances de la ciencia y medicina. En efecto, en el 2030 las mujeres en Corea del Sur tendrán una expectativa de vida de 90 años, en Francia 88 años y en Africa 64 años.

Llama la atención la situación de los jóvenes en países en desarrollo. Sus condiciones de desempleo e insatisfacción por bajos ingresos generarán elevados niveles de frustración y malestar.

Para algunos analistas estamos ante una “bomba demográfica de tiempo”, por las implicaciones que tiene en materia de pensiones y su impacto fiscal, sistemas de salud, productividad, conflicto social y migraciones.

  • Desigualdad y clases medias emergentes: A pesar de que nos dirigimos hacia una mayor reducción de la desigualdad entre naciones, a nivel interno en los países ocurre todo lo contrario. Las disparidades crecerán -en términos de riqueza e ingreso-, lo cual contribuirá a generar un comportamiento económico deficiente, instituciones políticas débiles y problemas sociales más agudos.

El fortalecimiento de las clases medias se configura como una de las principales características  de este siglo. Según las proyecciones de Centennial Group, el 80% de la población mundial será de clases medias y con ingresos altos en el 2060. 4.000 millones de personas de las economías emergentes integrarán este segmento en los próximos 40 años. La gran mayoría de la población de los países de Asia del Este la conformarán, mientras que la de América Latina será el 66% y Africa el 50%.

Las nuevas clases medias se constituyen en importantes agentes de cambio. Su rol es clave para una mayor cohesión social, menor conflictividad y romper con la transmisión intergeneracional de la desigualdad. La consolidación de su posición será determinante.

  • Urbanización: El mundo experimentará un rápido crecimiento de las ciudades, las cuales se constituirán en los principales motores de desarrollo. Generarán el 70%  del  producto interno bruto mundial en el 2030, pero también serán un foco de desigualdad social y contaminación ambiental. En su conjunto consumirán el 60-80%  de los recursos energéticos y serán responsables del 70% de las emisiones.

Hoy el 56% de la población mundial vive en zonas urbanas y hacia el 2060 ascenderá al 72%. Mientras América Latina es la región más urbanizada, este crecimiento ocurrirá principalmente en Africa Subsahariana y en el Sudeste asiático. China, India, Nigeria y Pakistán incorporarán 1.000 millones de personas adicionales a las urbes. Por su parte,  las megaciudades pasarán de 33 a 50 en las próximas tres décadas.

Estas dramáticas transformaciones están generando importantes retos en materia de adaptación y mitigación, agua y saneamiento, educación, salud, infraestructura, seguridad y administración pública. El rol del financiamiento será decisivo para atender las crecientes necesidades.

La política pública debe dirigirse a la construcción de ciudades más inteligentes, más sostenibles y más habitables.

En estos escenarios, América Latina debe tener una postura activa y evitar el riesgo de la irrelevancia y el aislamiento, especialmente frente al tránsito geopolítico y económico que estamos presenciando hacia el Asia como un nuevo centro de gravedad. En el 2060 concentrará alrededor del 55% del PIB global.

Nuestro llamado es a reflexionar sobre el futuro y las nuevas hojas de ruta marcadas por la conectividad, interdependencia y pluralidad del sistema internacional. La actual coyuntura de inflexión y de inestabilidad contribuye de forma positiva al reordenamiento de las sociedades. Este proceso debe articular tres variables críticas: instituciones, liderazgo e ideas.

La región tiene el imperativo de apuntarle -sin dubitación- a potenciar su capacidad de influir y crear una red de alianzas que permitan atender los temas más críticos. Debemos crear mayor riqueza y prosperidad; promover paz e inclusión social; y potenciar la productividad. Estamos a tiempo de evitar la trampa de quedarnos paralizados por el devenir de la historia y los discursos ideologizados característicos del siglo pasado. El hoy es el tiempo de construir el mañana, en comunión con la institucionalidad y los principios democráticos.

*Andrés Rugeles, Visiting Fellow de la Universidad de Oxford y Miembro del Advisory Board del Sur Global del LSE.

Guillermo Fernández de Soto, Presidente del Consejo Colombiano de Relaciones Internacionales (CORI) y excanciller (1998-2002).

                 

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