¿Quiere ver cómo se hace un unicornio?

Al inicio de julio, Tomás Houdely estaba alistando maletas para viajar desde Santiago de Chile a Montreal. A mediados del mes, en la ciudad canadiense ya había constituido una filial de su empresa Aintech, una fabricante de biocidas hechos con nanopartículas de cobre chileno. Esta compañía fundada en 2019, es uno de los prospectos corporativos más extraordinarios de toda la región.

Aintech usará su ingreso a Canadá fundamentalmente para patentar y proteger sus invenciones en toda América del Norte. Hecho eso, entrará al enorme mercado de Estados Unidos en 2023, al europeo en 2024 y si todo sale bien, conseguiría la meta usual de las startups, hacer una oferta pública de sus acciones (IPO en inglés), en 2027.  ¿Sorprendente? Tal vez no para una startup, que como otras, marcha más rápido que los sueños de sus fundadores. Pero Aintech tiene una historia que la pone en una clase aparte.

La firma lanzó el primer producto en 2020. Lo habían desarrollado y mercadeado cinco personas que trabajaban en un laboratorio  35 metros cuadrados y una oficina de otros 35 metros.

Antes de la pandemia de Covid habían ensayado un desinfectante disuelto en amonio cuaternario, que es una especie de cloro, en buses de Transantiago. El disolvente fija las partículas de cobre en las superficies y las mantiene en estado metálico, por hasta siete días, lo que alarga el efecto contra bacterias y virus. Cuando empezó la pandemia estaban listos para lanzarlo junto con un desinfectante en spray disuelto en alcohol.

Con el primer millón de dólares que levantaron en una ronda pre-semilla, y ya en medio de la pandemia, expandieron su operación y en 10 meses pasaron de ventas de cero a US$1,4 millones.

La novedad

En hospitales y cadenas de alimentos, explicó Houdely, se usan cantidades enormes de amonio cuaternario para desinfectar y controlar olores. La larga duración del producto de Aintech reduce sustancialmente las cantidades empleadas del químico y recorta el impacto ambiental causado por la extracción y el procesamiento del amonio y por la contaminación de las aguas residuales de la desinfección.

Walmart Chile, uno de sus clientes, usaba 200 millones de litros de agua al año en las áreas donde procesan alimentos, lo que equivale al consumo anual de 3.000 familias. El producto de Aintech redujo este consumo en un 66%. Además, en sus locales debían implementar protocolos de limpieza una vez al día y hoy solo deben hacerlo una vez a la semana, beneficios otorgados por la tecnología «Long Lasting» de Aintech, resaltó Houdely.

Con la cementera chilena Melón desarrollaron Coppermix, una solución para usar en el hormigón para lugares como hospitales y mobiliario urbano, donde la desinfección es importante. “Crear un producto en donde se elimine la desinfección de forma permanente es un gran avance en tecnología”, dijo Rodrigo Herrera, Gerente de Hormigones Urbano, de Melón.

Pero como la mayoría de los éxitos empresariales que ocurren ‘de la noche a la mañana’, el desarrollo de Coppermix duró más de 2 años. “La experiencia juntó dos mundos totalmente distintos. Ambos conocimos la realidad de cada uno y crecimos en conocimiento”, añadió Herrera.

Mientras vendían estos productos que hacen maravillas para el ambiente y para los estados financieros de sus compradores, en 2021 ganaron un premio de innovación abierta de Rio Tinto y Endeavor y quedaron entre los 10 primeros en el Entrepreneurship World Cup. En 2022 GS1 los declaró como el producto más innovador del 2021.

Nueva etapa

Ahora, señaló el empresario, se concentran en producir un hiperconcentrado  de su biocida. Este no es un producto final sino algo parecido, como lo describe Houdely mismo, al extracto de la Coca-Cola. Licencian sus aplicaciones de modo que los usuarios finales lo “diluyen” y le hacen algunas última modificaciones y lo emplean en áreas muy diversas.

Para Houdely el ejemplo de su nuevo modelo de negocios es Intel. Los procesadores de esa marca están en computadoras de muchos fabricantes y en una variedad enorme de industrias.

“No queremos exportar productos terminados, sino ser parte de un esquema de economía colaborativa”, afirmó. De esa forma, no tendría nada de extraño que acabaran asociados en proyectos con Dow o Dupont, que de otra forma podrían ser gigantes archirrivales.

También tiene sentido ambiental porque no exportan extractos y no agua y plástico entre países. Hoy venden en Brasil, México, Colombia, Panamá y Perú.

La estrategia, tal vez contada con esos argumentos, cayó bien entre los inversionistas, que le dieron a Aintech US$8,5 millones en su ronda semilla en mayo.

Por supuesto las cifras que estaban en su pitch deck, también les debieron llamar la atención. En 2020 Aintech vendió US$2 millones, en 2021 US$3 millones y en 2022 van a alcanzar US$9 millones. El pronóstico de su fundador es que multiplicarán esa cifra por tres, año tras año durante los próximos tres, hasta US$240 millones en 2025.

Los inversionistas con seguridad también oyeron los planes que Aintech tiene en mente para los próximos años, que son para poner la piel de gallina (en el mejor sentido).

Optimizando los químicos que se emplean en el concreto, en 2023 lanzarán una mezcla que ahorra el 30% del agua que se requiere para construir con ese material.

Adicionalmente, algunas de las 40 personas que trabajan en la empresa (10 de ellas con doctorado) en lo que se convirtió en el laboratorio de nanociencia más grande de América Latina, desarrollan junto con la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, ANID, un aditivo para catalizadores que podría reducir a la mitad la emisión de gases de efecto invernadero de los motores de combustión. De funcionar bien, ese invento tocaría el corazón del problema enorme que representan las emisiones de los autos, que representan el 8% de la emisión total en el planeta.

“Creemos firmemente que el trabajo, la investigación y los desarrollos que se están llevando a cabo en el laboratorio se traducirán en futuras soluciones innovadoras para muchos problemas encontrados en diferentes tipos de industrias”, dijo Lionel Haddad, CEO del inversionista mayoritario de la ronda de capital semilla, Tridan innovation.

Coda

La nanotecnología permite el uso de volúmenes muy pequeños de materias primas para conseguir resultados como los que se mencionaron. Con un uso más extendido de esos procedimientos, la historia realmente escalofriante de que ahora consumimos 1,7 veces lo que produce el planeta, se podría recortar a 17%, concluyó Tomás Houdely.

Si uno juzga por lo que ha hecho este empresario de 33 años, que ya es un descubridor curtido en el campo de las nanoaplicaciones y que posiblemente lleve a su empresa al estatus de unicornio muy pronto, el camino hacia el 17 es posible. ¡Que así sea!

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