Equidad de género, sin duda, es cosa de hombres

“Pensé que este libro iba a ser para mujeres, pero es más para hombres”, ha dicho muchas veces la periodista Claudia Palacios sobre “Hembrujas”, su libro sobre equidad de género que construyó sobre las historias de 83 mujeres emprendedoras, políticas, artistas, víctimas o pioneras, y que lanzó hace pocas semanas.

No es fácil conseguir equidad de género en América Latina. La Cepal, por ejemplo, muestra que las mujeres en 16 países estudiados dedican sustancialmente más tiempo a trabajos no remunerados que los hombres. En Argentina, por ejemplo, las mujeres usan 42,2% de su tiempo en actividades no remuneradas, mientras los hombres usan 17,3% mucho menos de la mitad. El trabajo no remunerado se refiere al trabajo que se realiza sin pago y que se desarrolla mayoritariamente en la esfera privada. Cepal lo mide cuantificando el tiempo que una persona dedica a trabajo para autoconsumo de bienes, labores domésticas y de cuidados no remunerados para el propio hogar o para apoyo a otros hogares. “Esto evidencia que pese a la creciente participación femenina en el trabajo para el mercado, ésta no se ha visto correspondida por una mayor participación masculina en labores domésticas y de cuidados no remuneradas al interior de los hogares”, dice la entidad.

Pero, cuál es el argumento más potente para conseguir que la gente de empresa en América Latina empiece a promover la igualdad de género. “Lo más potente, es que es rentable”, dijo Claudia Palacios. Recordó las cifras bien conocidas de las empresas inscritas en la bolsa de Nueva York. Las que tienen más mujeres en sus directorios o en niveles de gerencia son más rentables. Con todo, no se trata solo de tener mujeres en el organigrama, sino de tener diversidad, explicó la periodista.

En Latinoamérica perdemos esa posibilidad. Claudia mencionó como ejemplo al sector de la construcción colombiano. El directorio de Camacol, la agremiación de constructores, tiene 38 miembros. De ellos, solo hay dos mujeres. En ocasiones hay mujeres dirigen constructoras, pero el puesto en el directorio se lo dejan a su hermano. “La mujer trabaja, pero no se queda con el cargo directivo. Se da por hecho que esos son para los hombres”.

Sin embargo, lo importante no es que no haya participación femenina en el directorio. Lo que destaca la autora es que la exclusión en este caso es un verdadero desperdicio para el sector. “El 85% de las veces las mujeres toman la decisión de compra de una vivienda”. En ese sentido, la visión femenina es una ventaja para el diseño.

Las oficinas de arquitectos tienen en general, la dirección de hombres. Las mujeres están en cargos comerciales, dijo. Así la equidad pierde posibilidades. “Asumen un rol de mujer vitrina. Vístase bonito, péinese bien y salga a vender”.

Culturas tóxicas

No es difícil verificar que en tiempos de #MeToo y de “el violador eres tú”, hay bolsas de machismo cultural acendrado que infortunadamente muestran todo lo que hay que andar todavía para conseguir algo que se parezca a equidad de género en la región.

Como lo hacen miles de sus compatriotas Claudia Palacios estuvo en la costa Caribe colombiana en diciembre. Aprovechó para hablar con las mujeres costeñas de equidad. “Hablar de esto es como hablarle al aire. Dicen algo como ¿esta loca qué?”.

La cultura Caribe casi establece que los hombres tengan hijos de varias mujeres. “Las mujeres lo aceptan. No cuestionan el hecho de que haya familias por fuera de su hogar”.

La crianza de los hijos promueve también acciones machistas en los niños. “Dígale que está linda. Dele un beso. Que son comportamientos de acoso y de abuso”.

Pero esta actitud ultra machista que ocurre, dijo, en estratos más populares, también les pasa una cuenta de cobro fuerte a los hombres. En materia de suicidios hay cinco de hombres por cada una donde la víctima es una mujer. El 93% de los encarcelados son hombres. En homicidios, hay nueve hombres por cada una en la que la victimaria es mujer. “La causa son masculinidades tóxicas” señaló.

“A los hombres se les pide que demuestren que son hombres. Que les echen piropos a muchas mujeres. Que se acuesten con muchas mujeres. Que tengan muchos hijos”. Todo esto lo hacen hombres obedeciendo a una masculinidad tóxica, aclara.

Los hombres latinoamericanos, dijo, son víctimas del machismo. “La equidad de género les ayuda a los hombres. Los que han entendido de qué se trata esto tienen relaciones más bonitas con su esposa, con sus hijas. Relaciones profesionales más sanas”.

En este momento, Claudia Palacios trabaja en un libro que se construirá sobre entrevistas con hombres. Debe salir este año.

En las oficinas

En las universidades, muchas veces las mejores estudiantes hacen los trabajos, pero terminan poniendo el nombre de sus compañeros que no movieron un dedo. “Lo hacen para agradar”, que es una de las cosas que muchas veces se espera de las mujeres en la región.

Algo parecido pasa en las oficinas. “Cuando hay oportunidades laborales muchas mujeres dan un paso al costado, aunque estén mejor formadas y sean mejores. Están para sacrificarse profesionalmente”. El resultado es terrible. “Muchas veces están los mediocres en la presidencia de las empresas”.

¿Dónde está el problema? En sus entrevistas, Claudia Palacios encontró que las mujeres profesionales sienten con mucha frecuencia que “deben ser buenas profesionales, buenas esposas, buenas madres y que deben cumplir con todo. El problema está en que Escogieron hombres que no colaboran”. Si no cambian, hombres y mujeres, se perpetúan los papeles de cada quien en un círculo de improductividad y de injusticia que hay que quebrar más pronto que tarde.

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