La caída del sector empresarial brasileño

Mientras los políticos contienen la respiración a la espera de la próxima lista de pesos pesa- dos implicados en los audios del “lava jato”, grandes referentes corporativos brasileños siguen cayendo como piezas de dominó.

Todo empezó con la poderosa y reverenciada Petrobras, una de las primeras empresas en ser incluidas en el Índice de Sustentabilidad de Dow Jones, del que fue expulsada a partir de dicho escándalo.

La última pieza en caer fue JBS, que se deshace de activos mientras batalla para seguir siendo el mayor productor mundial de carne. Y Odebrecht, la mayor constructora latinoamericana, nunca se aleja de los titulares de los diarios. En la lista Fortune Global 500 de 2016, que reúne las mayores empresas de todo el mundo por volumen de facturación, sólo figuran siete brasileñas y es posible que este número disminuya. En cambio, en la lista hay 103 empresas chinas.

A su vez, el gigante asiático, que se ha convertido en el principal inversor de Brasil, demuestra un interés cada vez mayor. Entre las principales compañías chinas se encuentra State Grid, la segunda empresa del mundo por facturación después de Walmart. Esta firma estatal abastece de suministro eléctrico al 88 por ciento de la población de China y tiene su propia tecnología innovadora para reducir la pérdida de electricidad durante la transmisión.

La empresa ingresó en Brasil en 2010 con la adquisición de siete compañías de transmisión eléctrica a la firma española de ingeniería y construcción ACS por $989 millones de dólares. El año pasado, State Grid tomó el control de la brasileña CPFL Energia por $4,200 millones de dóalres. Es interesante recordar que el gobierno brasileño privatizó CPFL en los años 1990 y ahora China la nacionalizó.

En mercados emergentes volátiles como los países de América Latina, caracterizados por fluctuaciones monetarias e inestabilidad política, se necesita mucho tiempo para construir empresas globales que sean íconos de la nación. Estas empresas generan puestos de trabajo muy valorados, innovan y son capaces de internacionalizarse y expandir así el poder blando de un país. Los puestos de trabajo en ellas son, para numerosos graduados ambiciosos, el billete de entrada a la clase media. La innovación de estas empresas les permite reducir la dependencia de las onerosas patentes de las economías desarrolladas, y sus éxitos llenan de orgullo y motivación a los ciudadanos del país.

Queda por ver cómo estos dos fenómenos paralelos –el debilitado sector nacional brasileño y las inversiones masivas (muy a menudo) de empresas estatales chinas– ayudarán a Brasil a salir de esta profunda crisis económica. Los brasileños deben considerar esta nueva realidad y preguntarse qué tipo de papel prevén para su país en el mundo en los próximos años. LT

LOURDES CASANOVA, catedrática sénior y directora académica del Instituto de Mercados Emergentes, Escuela de Negocios Johnson, Universidad de Cornell. [email protected]

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