Esta semana se puso en funcionamiento el terminal de pasajeros del aeropuerto bogotano de El Dorado. El cambio es bien notorio. El paso de las incómodas instalaciones construidas a finales de los 50 a las de un lugar contiguo, pero sustancialmente más amplio, por fin le dieron a esa ciudad suramericana la posibilidad de hacer un manejo eficiente de su tráfico de algo más de 20 millones de pasajeros al año.